Salsabrosura Del Barrio

Quédate en mí,
te ofrezco un alma
en decepciones concebida,
que con tu amor has transformado
en una casa de alegría;
amada quédate conmigo
que ésta ves sea diferente,
ya no quiero continuar
por las sombras amarrado,
jamás merece perdón
el que nunca ha perdonado.


Blades, Rubén
Vino Añejo (fragmento)




Historia de la Salsa: “El Sabor de Nacho”












La Isla del Encanto a finales de la década de 1920 carecía de todo, hasta de su encanto que se escapó con los vientos de San Felipe. La Gran Depresión agudizaba una crisis abismal que penetraba en todos los niveles sociales y el desempleo continuaba ascendiendo. Apenas faltando quince días para acabarse la década nació, en el Pueblo de Cataño, Ignacio Sanabria Vazquez.

La vida era durísima en el decenio de 1930 y más para una madre que tenía que batallarse sola para sacar adelante su familia, a la que nunca descuidó. En 1932 San Ciriaco abonó más angustia al panorama puertorriqueño pero un año después, con la PRERA como resultado directo de “El Nuevo Trato” del presidente Roosevelt, se alivió un poco el entorno pero sin dejar de ser sofocante. El bebé comenzaba a tararear “la linda manita” con doña Carmen, más tarde, en sus primeros años escolares se convirtió en el alma de las actividades escolares ya que las maestras siempre le decían; “queremos que Nachito nos cante…” y así sucedía. Al niño le gustaba tanto cantar que ya para finales de la década las canciones de aquel entonces cadenciosamente se deslizaban por las invisibles ondas radiales hasta aterrizar en una de las libretas de la escuela que había separado para ese propósito y así aprenderlas y ensayarlas, esto sin dejar de atender los importantes asuntos que atañían a un chiquillo de la época, jugar a la pelota, entre otros juegos.

En la década del 1940 pasó de cantar en las fiestas escolares a dar un paso en serio y participó en "La Noche de Logros para Nuevos Talentos", que el alcalde Rafael San Inocencio ofrecía durante las fiestas patronales en Cataño, obteniendo el primer lugar. Este triunfo le sirvió de aliciente para subir un peldaño más hacia la cima del éxito y se inscribió en la "Tarima del Arte" que animaba don Rafael Quiñones Vidal y que se transmitía por la WNEL, no obstante un ligero ataque de risa hizo que hasta "la pesetita voladora" se le escapara de las manos. Pasada la primera mitad de esta década obtiene su primera experiencia musical dentro de un pequeño grupo de jóvenes catañenses, tocando un cencerro y armonizando con su voz. Puerto Rico estaba en transición de una económica agrícola a una industrial, cosa que había comenzado con la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial y los nuevos incentivos ofrecidos por el gobierno de Rexford Tugwell y continuados por Jesús T. Piñeiro prometían nuevos inversores y con ello más trabajo, sin embargo la inundación del horizonte boricua con propaganda de llamativas ofertas de empleo en los Estados Unidos propiciaron la primera ola migratoria de jibaritos que brincaron el charco hacia "La Gran Ciudad" y de la que no escapó, primero su madre, su hermana y luego él a finales de la década.

Entrados los 50s se bandeó como pudo, trabajando en factorías y dándose a conocer en alguno que otro programa radial para aficionados hasta reforzar con su canto a un grupo de jóvenes locales, esto le llevó a subir otro peldaño en el escalafón de su carrera artística para entrar en la nómina de la Sonora Boricua, la fortuna le sonreía durante los comienzos de aquella época pero el Creador había trazado otra ruta para aquel joven. Un par de años después de cumplir sus 21 años, como a todo ciudadano de entonces, le llegó el llamado a servir en las fuerzas armadas. Quizás algo nervioso, pensando en las próximas confrontaciones contra un enemigo aguerrido, no se amilanó; si hay que pelear, hay que pelear con valentía y dispuesto a todo. Más el destino lo llevó a la isla de Guam, donde se topó con un joven pianista a quien se le había encomendado el entretenimiento de las tropas y que se encontraba ensayando, su nombre; Héctor Rivera. Junto a Héctor y otros músicos divertían con sus ritmos y mambos a los diferentes regimientos que se encontraban en territorios de Japón, Corea y Filipinas hasta retornar a Guam. En su regreso a mediados de la década retoma su trabajo, a la vez que comienza a estudiar bajo, sin embargo no soportaba el tener que mover el pesado instrumento de un lado a otro. De alguna manera su nombre llegó a oídos de Enrique "Quique" Rijos cuyo conjunto carecía de un cantante en propiedad; lo importante, después de la voz, era contar con un repertorio que estuviese a tono con las melodías favoritas del exigente público que se daba cita en los clubes de moda, los hoteles y otros espacios, así fue llamado y como cumplía con los requisitos solicitados, Rijos lo agregó a su plantilla, luego pasaría a la Sonora de Vitín Hernández, estos grupos aunque no dejaron una huella indeleble en la historia de la música latina, sí la dejaron en la de Nacho. Posteriormente tuvo un breve paso por el grupo Alfarona X que estaba bajo la tutela de Pucho Márquez ya que Luis Cruz se había marchado a Borinquen, este grupo ya tenía en su haber algunas grabaciones en formato de 78 rpm, lo que significó un escalón más para Nacho, quien se mantuvo muy ocupado hasta finalizar la década.

Entrando en la década de 1960 ya se había dado a conocer y el pianista Gilberto Cruz lo reclutó para un conjunto que había configurado en formato de charanga. De esta manera logra obtener su primera experiencia en los estudios de grabación en el álbum "Gilberto y su Charanga - Monte Adentro" para Estacy Records en el 1961 (LP-778), además en este trabajo figura un tema de su autoría (Para Gozar y Bailar) y poco después se integra en la orquesta que José Fajardo había formado en New York. Aunque la primera mitad de la década se mantuvo permutando su talento entre estos grupos, fue precisamente cantando con Gilberto Cruz que tuvo la oportunidad de hacerlo compartiendo escenario con Mongo Santamaría y a éste le gustó tanto la presentación que hiciera el joven Ignacio que lo invitó a participar con su orquesta, de esta manera estaría interviniendo en las grabaciones realizadas para el sello Columbia durante el 1965 y de las que se desprenden; en primer lugar el álbum “La Bamba” (CS-9175) en el que colabora con la percusión menor, y en segundo lugar el álbum “El Bravo” (CS-9211), contribuyendo, además de la percusión menor, con su voz en los temas “Lucky Mambo”, “Olé Guajira” y “Mantequero”, éste último de su autoría. En estos trabajos no figuró su nombre en la lista de créditos para las más de 30 versiones de ambas producciones, solamente en la versión realizada en Reino Unido (CBS – BPG-62654) es que podemos constatar su participación.

En la segunda parte del decenio tuvo una breve participación con Ray Barretto y otros grupos aunque mayormente se mantuvo con Gilberto Cruz, pero no pasó mucho tiempo sin que la añoranza por los aires borincanos, junto a los reclamos de su familia le hicieran cruzar el océano hacia Puerto Rico. En la Isla cada cual tenía lo suyo, pero no se amilanó y siguió perseverando hasta que Kito Vélez lo acomoda entre sus Estrellas, acompañando en el coro al Guajiro González, sin embargo este grupo terminó estrellado en el combo de Cortijo a donde también Ignacio fue a parar. Nuevamente se encuentra en los estudios de grabación para la grabación de dos joyas musicales, primero en el álbum “Sorongo (Qué es lo que el blanco tiene de negro)” (SLP-1170) grabado en el 1968 para Tico Records dejando su talento en los coros y percusión menor, acompañando las voces de Pepe Rosario, Fe Cortijo y Nando Doval; en segundo lugar el álbum “Ahí Na’ Ma’/Put It There” (LP-1183) grabado también en el 1968 para Tico Records, esta vez compartiendo con Camilo Azuquita , Marvin Santiago, Nando Doval y Fe Cortijo; trabajo en el que su voz quedó plasmada en el tema “Se Escapó Un León” que se mantuvo algún tiempo en las listas de éxitos de Puerto Rico en un periodo en que el boogaloo iba en declive, la nueva ola se mantenía a flote con el “Génesis” de Lucesita y la salsa comenzaba a perfilarse sólida en la preferencia popular con el “Che Che Colé” de Willie y Héctor, los “Jóvenes del Muelle” con Harlow y Miranda, la “Falsaria” del Gran Combo, la “Hipocresía y Falsedad” con Barretto y Adalberto, el “Lindo Yambú” de Palmieri y Quintana, el “Fuego en el 23” y el “Sancocho Prieto” con la Sonora Ponceña y sus cantantes Tito Gómez y Luigi Texidor, así como el “Son Son Chararí” de Bobby Valentín que recién se había mudado a Puerto Rico. El combo de Cortijo, que en los trabajos mencionados se llamó el Bonche, por sugerencia de Pancho Cristal, fue una fuente que emanaba hacia todas direcciones y todavía en tiempos de la tecnología, algunos de sus efluentes mantienen su vigencia. Uno de los grupos que emergieron de ese gran caudal lo fue Chacón y sus Batirrímicos y la causa principal por la que Nacho organizara su orquesta, no por motivación ni estímulos sino más bien por una decepción. Pasada la primera mitad del 1969, Ignacio obtiene algunos arreglos de Ciso Marrero y reune un grupo de muy buenos músicos, entre los que se encontraban; Tuto Clemente, Pipi Valentín, Eladio Jiménez, Jaime Concepción y Geño Cruz, entre otros, el conjunto no carecía de trabajo pero había que dar un paso más y visitó el local de Rafael Viera donde, al escuchar lo que Nacho llevó, uno de los clientes se comunicó con Darío González y concretó un encuentro en el que González aceptó producirlo.

Ya entrada la nueva década; Nacho, cultivando las semillas de las buenas relaciones que siempre tuvo para con los demás, obtiene la ayuda de Tite Curet que le compuso cuatro temas y la de Bobby Valentín que le hizo algunos arreglos, finalmente sale al mercado su primer disco de larga duración en el 1970 para el sello Borinquen; “Nacho Sanabria y su Orquesta – El Sabor de Nacho” (DG-1176). El tema “Alma Primitiva”, con un arreglo de Bobby Valentín, comenzó rápidamente a oscilar en las principales emisoras AM del país, convirtiéndose en el primer éxito musical del grupo, que adoptó el nombre del título de su primera producción, un acierto inducido por la presentación de los “disc jockeys” de entonces que confundían el título del álbum con el nombre de la orquesta: “…Nacho Sanabria y su orquesta El Sabor de Nacho…” El ambiente era el apropiado, la mecha musical que se había estado cuajando en los pasados dos años se acababa de encender; Bobby Valentín sacaba “Algo Nuevo”, Larry Harlow su “Electric Harlow”, Justo Betancourt gustaba muchísimo con “El Que Sabe Sabe”, Pacheco y el Conde tenían “La Perfecta Combinación”, Roberto Rohena despegaba su “Apollo Sound”, Ray Barretto venía con su “Barretto Power”, Willie Colón y Héctor Lavoe eran una sensación con “La Gran Fuga”, Eddie Palmieri arrasaba con “Superimposition” al igual que Ricardo Ray y Bobby Cruz y su consejo de “Agúzate”. Sin duda alguna “El Sabor de Nacho” fue parte de la chispa que inflamó el ámbito latino de aquel año y lo continuó al año siguiente con los temas “La Muerte Llegó” y “Mambo Batiri” que formaron parte de su segundo trabajo discográfico de larga duración para el sello Borinquen (DG-1207); “Orquesta El Sabor de Nacho Vol. 2” en el que muy bien lo describe el insigne Tite Curet cuando dice; “…los tres contratos casi sucesivos cumplidos en la ciudad de Nueva York, tocando ante un público difícil que aun los sigue reclamando, confirman que el sonero Nacho Sanabria y su Sabor de Nacho, tocando siempre bajo el enfoque típico antillano “entraron para quedarse”. Y de hecho, se están quedando con la casa como intérprete…”.



En el 1972 ocurre la verdadera explosión salsera que abarcó a New York, El Caribe y casi toda Latinoamérica, suceso que se da principalmente con el segundo concierto, el primero no tuvo muchas repercusiones, que hicieran las Estrellas de Fania dentro de un club nocturno en el 1686 de Broadway a finales de agosto del año anterior y que había salido a la venta en este año con dos exitosos volúmenes, lo que coincidió con temas que pasarían a ser clásicos de siempre; los que venían de New York y que estaban sonando mucho en la radio boricua como “Señor Sereno” de Harlow y Miranda, “Que Viva la Música” de Barretto, “La Zafra” de Richie Ray & Bobby Cruz, “La Hija de Lola” de Charlie Palmieri, “Dime Por Qué” y “La Gata Montesa” de Ismael Rivera y sus Cachimbos y “Ah-Ah/O-No” que estuvo mucho tiempo en los primeros lugares, así como las producciones locales como “Julia” de El Gran Combo, “El Adios” de la Zodiac, el tremendo éxito, quizás el mayor de todos, de Raphy Leavitt, “Payaso” y otro gran éxito que lo seguía moderadamente cerca; el tema “La Ruñidera” del Sabor de Nacho, mismo que estaba incluido en el álbum “Amada Amante” para Horóscopo Records (H-014), el tercero en su haber. Había mucho trabajo para todos y mucha creatividad, tanto en Puerto Rico como en New York y otros lugares ya que la salsa se había posicionado como la música favorita de casi toda Latinoamérica.

Nacho continuó su trayectoria con sus altas y sus bajas, en años sucesivos logró colocar varios temas que se escucharon con cierta frecuencia en las estaciones puertorriqueñas como en las neoyorkinas contenidas en sus trabajos; “Volumen 4” en el 1973 para Horóscopo Records (SGH-020) con los números “Arroz con Manteca” y “Todo Me Gusta de Ti”, en el 1974 sale el álbum “Muévete”, también para Horóscopo Records (SGH-023) , que dicho sea de paso, no se movió tanto, tal vez por porque Darío González no le brindó la misma atención que a los trabajos anteriores ya que después de ser el productor de Nacho hasta el Volumen 4 había dejado de serlo, lo que aparenta ser la causa por la que El Sabor de Nacho cambió de disquera para el sello EGC establecido por El Gran Combo en el 1970 como parte de la distribuidora Combo Records y su matriz Rico Record. Es entonces que el sonido de la orquesta de Ignacio Sanabria alcanza su pináculo en una producción de Willie Rosario y contando con los arreglos de Jorge Millet, Mario Román y Ray Coen, con el álbum “Nacho Sanabria – El Nuevo Sabor de Nacho” (EGC-SLP-010) del 1975 y donde tuvo un éxito moderado el tema “Un Mundo Raro”, mientras que el tema “Salsa Na’ Ma” permaneció algún tiempo en las primeras 25 posiciones de la preferencia del público radioyente en las bandas AM de Puerto Rico y New York, sin embargo a pesar que estos temas se escuchaban con frecuencia el álbum estuvo almacenado por casi seis meses antes de salir al mercado. Ese mismo año Darío González aprovecha la ocasión y lanza al mercado una recopilación de temas previamente grabados en una producción titulada “Nacho Sanabria – Boleros con Caché” para el sello Borinquen (ADG-1296). Ya en el 1976, Oscar Riviera une sus recursos a Nacho en un intento de establecer un sello independiente pero los esfuerzos no fueron suficientes, aunque se lograron hacer algunas copias de un trabajo titulado “Orquesta El Sabor de Nacho – Su Estilo y sus Hijos” bajo el sello Nacar, sin haber sido catalogado y sin contar con un equipo de mercadeo sostenible que viabilizara el acercamiento de los consumidores a su producto, pero establece lazos con un equipo venezolano y finalmente el LP sale al mercado bajo el sello Yare (LPY-0325) mientras El Sabor de Nacho se escuchaba ocasionalmente en las principales emisoras de la isla y New York con los temas “Mulato Rumbero” y “Consuelate Como Yo”, ambos con arreglos de Pupi Lagarreta, aunque el disco no tuvo una buena acogida en las ventas.

Para el año de 1979 sale una producción de Bobby Valentín para el sello Bronco; “El Sabor de Nacho” (BRLP-109), con el subtítulo; “Sabor, Amor y Música” y aunque sus temas no estuvieron en los primeros lugares, se escuchaban con cierta frecuencia “Aquí Está El Sabor” y “La Paciencia”, ambos temas del puño y letra de Roberto Angleró; el álbum contó con los arreglos de Jorge Millet, Máximo Torres y Ray Santos y la participación de Rafael Cortijo en la percusión. Al año siguiente sale al mercado por la via de Gema Records el LP "El Sabor de Nacho - Regreso-Return" (LP-5076), desde entonces pasarían varios años para que Nacho volviera a los estudios de grabación, esta vez a PRT Recording Studio en San Juan, Puerto Rico con temas arreglados por Ray Coen, Tito García, Johnny López y Lenny Prieto. De estas grabaciones surgió el disco de larga duración; “Nacho Sanabria – Orquesta El Sabor de Nacho” producido por Tito García y el propio Nacho Sanabria en una coproducción con Tony Pabón bajo el sello colombiano IFV de Discos Victoria (5170901) en el 1994. Nacho quería sacar al mercado este trabajo ya que se mantenía activo y necesitaba algo nuevo en su haber, a pesar que pasaron varios meses desde su realización finalmente el álbum sale al mercado, no con la fuerza esperada en la Isla donde se escucharon esporádicamente los temas “Tu Me Perteneces” y “Ya Lo Verás”, este trabajo tuvo mayor aceptación en tierras colombianas.

Al cambiar el milenio y después de haber estado trabajando casi toda la mitad final del siglo XX, Nacho continúa activo y en el 2004 sale el CD “Nacho Sanabria – Pa’ La Calle Bailador”, también sin catalogar y bajo el sello genérico RNS Records, el cual nada tiene que ver con el sello del mismo nombre fundados por miembros del grupo ateniense de rap RNS. Nacho estuvo promocionando este trabajo con el tema que da título a la producción; “Pa La Calle Bailador” sin embargo este tuvo una muy tímida difusión en los medios. En el 2015 compartió honores con Sammy El Rolo González y Mickey Cora cuando la emisora Z93 (WZNT) le dedicó la trigésimo segunda edición del Día Nacional de la Salsa celebrado el 15 de marzo en el Estadio Hiram Bithorn donde El Sabor de Nacho estuvo deleitando a los miles de asistentes a la misma vez que celebraba una trayectoria de 55 años. Tres años más tarde estaría celebrando sus 65 años de trayectoria en el Sheraton y en enero de 2019 se le dedicó, junto al cantante urbano Ozuna, la tercera edición de un complemento de las Fiestas de la Calle San Sebastián conocido como “De Cataño Pa’ Las Fiestas”. Sin lugar a dudas El Sabor de Nacho sigue vigente después de una hermosa trayectoria y su nombre brilla flamante en la historia de la música tropical.





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Orlando & Orquesta Innovación









Son interesantes los brincos que ha dado don José Orlando Rivera Pabellón; el primero fue del bombardino a la trompeta, instrumento al que llegó con una base sólida, erigida por la didáctica de don Luis Díaz. El segundo salto lo hizo hacia Los Colegiales, banda escolar que le sirvió de trampolín para llegar al Combo de Moncho Rodríguez, experiencia que a su vez lo abalanzó a trabajar con bandas que ya tenían cierta trayectoria y reconocimiento en el ambiente de la música tropical como las orquestas de Rafael Bracero, Serafín Cortés y Willie Meléndez, con quien posiblemente dejó plasmado el sonido de su trompeta en los surcos del acetato en la producción "Willy Meléndez y su Gran Orquesta" para el sello Davila, aunque nuestro limitado conocimiento no nos ha permitido confirmarlo. Un salto trascendental lo dió a la orquesta de Los Hermanos López ya que el momento histórico marcaba lo que se conoce como "el boom de la salsa", probablemente se vió acariciado por las frías brisas nocturnales de Lomas del Sol en Caguas, en esta orquesta sustituyó a Luisín y no tardó mucho en asimilar las técnicas del arreglo musical y liderazgo que Johnny López le mostraba, con Los Hermanos López dejó estampado su eco musical en el álbum "De Paseo por Caguas" en el 1972.

Durante el 1973 organiza su propia orquesta y tiene una participación muy activa en el programa televisivo "La Factoría de la Salsa", que había comenzado en octubre de ese mismo año, programa donde a mediados de 1974 estaba promocionando su primer LP; "Orlando & Orquesta Innovación"; cuando Pijuán toma el álbum carátula blanca en sus manos, lo voltea y sigue viendo todo blanco, le pregunta; "¿qué pasó? Esto no dice nada", a lo que Orlando le contestó; "El presupuesto no alcanzó para la tinta". Ese primer trabajo discográfico se intentó producir bajo el sello Innova Records pero el presupuesto tampoco dio para ello por lo que el recién formado sello Melón Records hizo su parte y finalmente el disco se elaboró por la filial de Montilla Records en Puerto Rico; aunque Innova Records se lleva el crédito como productor de su único trabajo como sello disquero, aunque nunca vió la luz.

La orquesta Innovación sobrevivió algún tiempo con sus únicos trabajos discográficos, "Orlando & Orquesta Innovación" de 1974 para Melón Records y "Orlando Orquesta Innovación" de 1977 para Discologro (101) y para Algar Records (LP 11), aunque sus temas no figuraron en las principales listas de éxitos, si se escuchaban con frecuencia en las emisoras boricuas. Orlando y la Orquesta Innovación figuran como parte de la Melón All Stars por lo que también grabaron el tema "Hasta Irme de Lao" en el álbum "La Supertrulla" para Melón Records (MEL-LPE-0016), grabado también en el 1974. Posteriormente realizó algunos trabajos adicionales como; "El Pabellón de la Salsa" en 1980, "Ahora sí que estamos... heavy" en 1982 y varios otros que siempre han figurado como favoritos de los salseros. Sin duda alguna, Orlando Pabellón tiene su lugar asegurado en la historia entre los mejores músicos de la Isla del Encanto.




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Álbum: Orlando & Orquesta Innovación
Año: 1974
Sello: Melon Records
Producción: Innova Records
Arreglos: Orlando Pabellón, Cuquie Rodríguez, Juan D. Guzmán, Edwin Resto

Participaron en la grabación:

Freddie - Cantante y Coros
Cabo Ñeño - Timbal, Drums, Timpanis
El Nene - Bongó
Papo - Congas
Edwin - Bajo
Cuquie - Piano Arkie - Segunda Trompeta
Orlando - Primera Trompeta
Charlie - Coro (Artista Invitado)

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